Posiblemente la mejor manera de hacerse una oda a uno mismo y sentirte que
sientes es ponerte a escuchar música, música de esa que puede florecer un
sentimiento pasado e incluso superar a éste último, porque a veces no somos
capaces de ver qué nos pasa por delante.
Lo realmente magnífico de la música es la capacidad que tiene de hacernos
sentir humanos y ayudarnos tanto a bailar sin saber por qué como a tumbarnos
sin mover un músculo que pueda romper el clima que han creado cuatro acordes
bien afinados, esos que van directos a la memoria.
Fascina esa característica
capaz tanto de sacar fuera nuestra más alegre felicidad como de aflorar nuestros
más sinceros sentimientos; y que cada pieza signifique un sentimiento distinto
para cada persona, que nos transporte un ratito a la felicidad que nos recuerda,
a aquél sitio, con aquella compañía que ya pasa de nosotros o nosotros de ella.
Y este tipo de música es el que hace sentir de verdad, ésta es la que
necesitamos más a menudo. La buena música.
La buena música se escucha bajito
porque es como mejor se aprecia de lo bueno que tiene y de la poca falta que le
hace gritarse a los cuatro vientos para hacerse valer. Así es como se quiere de verdad.
Existen individuos que necesitan ponerlo a todo volumen y que se entere
todo el mundo de que su relación se va a pasar de moda tan rápido como
apareció.
Y aquí es donde entra el madurar, el saber cantarse al oído, y ponerse los
auriculares más que la media, que si nos tenemos que quedar sordos que sea
porque nos lo sentimos.
J.
PD: el título es una cita de Friedrich Nietzsche (1844-1900), Filósofo alemán.
PD: el título es una cita de Friedrich Nietzsche (1844-1900), Filósofo alemán.
Bonita forma de describir lo que la música produce en nosotros :) Es curioso cómo playlist de hace años, cuando las vuelves a poner, te teletransportan a ese instante, esa situación y te atraviesa el alma :)
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