Empiezo este texto con el pretexto de acabar uno de una vez, con el deseo
de poder escribir un punto y nada más, y la verdad es que me sale antes el
contenido que el título, esto parece que va bien. Empiezo sin prejuicios.
Después de tanto inacabado, reaparezco para volver a darle vida a mi pobre
blog que tampoco, doblemente pobre, se lo merece. Allá voy.
Vidas vacías, vidas pobres.
Una vida vacía es lo peor que te puede pasar, amarrarte a la nada es tan
estable como insensible, siempre que tengas otro apoyo, porque sino ya sabes
dónde vas. Llega a ser lo más cómodo a corto plazo para sanar corazones con
heridas en el ego. Pero éstos a menudo poseen tantas cicatrices que tienen
miedo a sentir, a volverse a exponer a la herida que acabe por destrozarlos por
completo. Pero a largo plazo, amigo mío, de las vidas vacías no se abre una
sonrisa de par en par, no se llora de verdad. Y mucho menos, odiar y amar,
romper a llorar y a reír, todo al mismo tiempo.
Muchos de los palos que da la vida vienen generados por un riesgo a ganar
que muchas veces nos lleva a perder. Pero el perder es consecuencia de estar
vivo, de jugarte algo. Ponerte a plazo fijo antes de tiempo es la tranquilidad
de estar solo, es la falta de proyectos – y sin recuerdos aparentes -, es el
morirte más de lo que toca cada día, es llorar solo sin ni siquiera poder
hacerlo con ganas. Juégatelo todo, de vez en cuando, no vayas a ser el más rico
del cementerio, en vida o en muerte.
A veces el sufrir no es tan malo, o al menos pueden tener efectos
secundarios positivos; no hay nada más cierto que de las vidas vacías no salen
cien años de soledad, nada más claro que de las vidas insustanciales no nace un
Guernica.
Lo aceptes o no el miedo disfrazado de prudencia no va a ninguna parte,
date de bruces contra el suelo, aprende a levantarte y ante cualquier cosa,
disfruta. Siente y haz sentir, tírate a la piscina, que quien no arriesga no
gana, -ni mama-, que quien falla es el
que intenta y que el que se equivoca es porque tiene boca para decir lo que piensa
y lo que siente.
Reinvéntate y no vivas de lo que pudo ser. Acumula tantas bofetadas como
puedas, que quizás hasta te lleves algún beso. Y sobre todo, que tu vida no se
quede vacía, intenta llenarla, si pudiera ser, de placer, que cuando llegues a viejo y veas
tus cicatrices no dudes que, ante todo, valió la pena.
J.
Hola Javier, gracias por seguirme, me hace ilusión tener chicos en mi blog, espero que me comentes para así tb tener el punto de vista masculino. Un saludo
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